Carmen, Carmiña, Calila
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3 años 7 meses antes - 3 años 1 mes antes #124
por club-lectura
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Carmen, Carmiña, Calila Publicado por club-lectura
“Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma”.
(Fragmento de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda)
Carmen, Carmiña, Calila…
Carmen para el público en general, para los lectores, que los tenía a miles, sobre todo a partir de los años 90 (una de las cosas que más le gustaba era firmar ejemplares en la Feria del Libro de Madrid y “competir” con los otros escritores que tenía al lado), para los académicos (que intentaron que entrara en la RAE, a lo que ella siempre se negó), para los críticos y miembros del jurado que le concedieron tantos y tan prestigiosos premios (el Café Gijón, el Nadal, el Nacional de Literatura, el Príncipe de Asturias…)
Carmiña para sus padres, faro y guía en su vida (“A mi padre, abnegado y tenaz. A mi madre, que nunca me forzó a ninguna cosa, que parecía que no me estaba enseñando nada”, es la dedicatoria que les hace en Las ataduras), para su hermana Ana, siempre a su lado, hombro amigo y fiel consejera, para sus amigos escritores, de su generación (Juan Benet, Ignacio y Josefina Aldecoa…) o de otras posteriores (Soledad Puértolas, Belén Gopegui, Marcos Giralt…), cineastas (José Luis Borau), músicos (Alberto Pérez, Amancio Prada) …
Y Calila, para su hija Marta, fruto de su matrimonio con Rafael Sánchez Ferlosio y que fue para ella la persona más importante de su vida, a pesar y quizá por su temprana muerte a los 28 años.
Carmen Martín Gaite (1925-2000) era, tal y como la recordamos en sus últimos años, y como dice el poema de Neruda, “la boina gris y el corazón en calma”. La boina gris, o de cualquier otro color, porque siempre coqueta, le gustaba mucho esta prenda de vestir, “y el corazón en calma”, queremos suponer después de haber pasado en su vida por varias desgracias a las que siempre se supo sobreponer gracias, en gran parte, al trabajo: “Llévame a la Hemeroteca”, le dijo a su amiga Mari Cruz Seoane cuando murió Marta, y de ahí salió el ensayo Usos amorosos de la posguerra española (porque, a pesar de todo, “la literatura no puede convertirse en un paño de lágrimas”). Trabajadora incansable, cuando se proponía algo lo terminaba, como fue el caso de otro ensayo El proceso de Macanaz (1970), personaje dieciochesco poco conocido y al que ella dedicó unos cuantos años de su vida.
El corazón en calma pero los ojos vivos y ardientes ( “en tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo”) , todo lo miraba con una curiosidad innata que tuvo desde niña y a la que contribuyeron en gran medida sus padres, sobre todo su padre, notario en Salamanca que siempre la alentó para que estudiara y conociera mundo (en 1946 obtiene una beca universitaria para ampliar estudios en la Universidad de Coimbra y dos años más tarde otra para estudiar en Cannes -imaginémoslo, una mujer “sola” y en aquella época, de viaje por países extranjeros). Esta curiosidad la hizo acercarse a todo tipo de géneros literarios (novela, cuento, ensayo, teatro, poesía…) y también de actividades artísticas (le encantaba actuar y llegó incluso a hacer un cameo en la serie Celia, basada en los cuentos de Elena Fortún, de la que fue guionista; también grabó un disco con sus poemas y actuaba junto a Alberto Pérez recitándolos acompañados de música).
“Y las hojas caían en el agua de tu alma”, las hojas de sus cuadernos, de esos en los que ella escribía sin parar desde que su hija Marta, con seis años le regaló el primero y le puso con su letra infantil en la portada “Cuaderno de todo”. Desde entonces (1961) y hasta su muerte escribió más de cincuenta, que quedaron recogidos de forma póstuma en los Cuadernos para todo, donde se incluyen, además de textos, ilustraciones, dibujos o collages, que tanto le gustaban. Vida y literatura ensartadas por un solo hilo, de esos que guardaba en su caja de costura a la que era tan aficionada (afición heredada de su madre).
Mañana es el Día Internacional del Libro y lo vamos a celebrar leyendo a Carmen Martín Gaite en esta selección de textos que hemos preparado especialmente para nuestros usuari@s registrad@s.
Feliz Día del Libro y feliz lectura
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma”.
(Fragmento de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda)
Carmen, Carmiña, Calila…
Carmen para el público en general, para los lectores, que los tenía a miles, sobre todo a partir de los años 90 (una de las cosas que más le gustaba era firmar ejemplares en la Feria del Libro de Madrid y “competir” con los otros escritores que tenía al lado), para los académicos (que intentaron que entrara en la RAE, a lo que ella siempre se negó), para los críticos y miembros del jurado que le concedieron tantos y tan prestigiosos premios (el Café Gijón, el Nadal, el Nacional de Literatura, el Príncipe de Asturias…)
Carmiña para sus padres, faro y guía en su vida (“A mi padre, abnegado y tenaz. A mi madre, que nunca me forzó a ninguna cosa, que parecía que no me estaba enseñando nada”, es la dedicatoria que les hace en Las ataduras), para su hermana Ana, siempre a su lado, hombro amigo y fiel consejera, para sus amigos escritores, de su generación (Juan Benet, Ignacio y Josefina Aldecoa…) o de otras posteriores (Soledad Puértolas, Belén Gopegui, Marcos Giralt…), cineastas (José Luis Borau), músicos (Alberto Pérez, Amancio Prada) …
Y Calila, para su hija Marta, fruto de su matrimonio con Rafael Sánchez Ferlosio y que fue para ella la persona más importante de su vida, a pesar y quizá por su temprana muerte a los 28 años.
Carmen Martín Gaite (1925-2000) era, tal y como la recordamos en sus últimos años, y como dice el poema de Neruda, “la boina gris y el corazón en calma”. La boina gris, o de cualquier otro color, porque siempre coqueta, le gustaba mucho esta prenda de vestir, “y el corazón en calma”, queremos suponer después de haber pasado en su vida por varias desgracias a las que siempre se supo sobreponer gracias, en gran parte, al trabajo: “Llévame a la Hemeroteca”, le dijo a su amiga Mari Cruz Seoane cuando murió Marta, y de ahí salió el ensayo Usos amorosos de la posguerra española (porque, a pesar de todo, “la literatura no puede convertirse en un paño de lágrimas”). Trabajadora incansable, cuando se proponía algo lo terminaba, como fue el caso de otro ensayo El proceso de Macanaz (1970), personaje dieciochesco poco conocido y al que ella dedicó unos cuantos años de su vida.
El corazón en calma pero los ojos vivos y ardientes ( “en tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo”) , todo lo miraba con una curiosidad innata que tuvo desde niña y a la que contribuyeron en gran medida sus padres, sobre todo su padre, notario en Salamanca que siempre la alentó para que estudiara y conociera mundo (en 1946 obtiene una beca universitaria para ampliar estudios en la Universidad de Coimbra y dos años más tarde otra para estudiar en Cannes -imaginémoslo, una mujer “sola” y en aquella época, de viaje por países extranjeros). Esta curiosidad la hizo acercarse a todo tipo de géneros literarios (novela, cuento, ensayo, teatro, poesía…) y también de actividades artísticas (le encantaba actuar y llegó incluso a hacer un cameo en la serie Celia, basada en los cuentos de Elena Fortún, de la que fue guionista; también grabó un disco con sus poemas y actuaba junto a Alberto Pérez recitándolos acompañados de música).
“Y las hojas caían en el agua de tu alma”, las hojas de sus cuadernos, de esos en los que ella escribía sin parar desde que su hija Marta, con seis años le regaló el primero y le puso con su letra infantil en la portada “Cuaderno de todo”. Desde entonces (1961) y hasta su muerte escribió más de cincuenta, que quedaron recogidos de forma póstuma en los Cuadernos para todo, donde se incluyen, además de textos, ilustraciones, dibujos o collages, que tanto le gustaban. Vida y literatura ensartadas por un solo hilo, de esos que guardaba en su caja de costura a la que era tan aficionada (afición heredada de su madre).
Mañana es el Día Internacional del Libro y lo vamos a celebrar leyendo a Carmen Martín Gaite en esta selección de textos que hemos preparado especialmente para nuestros usuari@s registrad@s.
Feliz Día del Libro y feliz lectura
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Última Edición: 3 años 1 mes antes por club-lectura.
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