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"El olvido que seremos", de Héctor Abad Faciolince
"El olvido que seremos", de Héctor Abad Faciolince
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3 años 5 días antes - 3 años 5 días antes #133
por club-lectura
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"El olvido que seremos", de Héctor Abad Faciolince Publicado por club-lectura
Aunque los libros que comentamos en el Club de Lectura UCO suelen ser de reciente publicación, nos hemos decidido por este, además de por ser un libro extraordinario, por la segunda vida que está viviendo gracias a la
película que Fernando Trueba dirigió
en 2020 y que tanto éxito de crítica y público ha cosechado. Esta historia de fuerza extraordinaria, también se ha adaptado en 2021 como
novela gráfica
en una versión muy fiel de la mano del dibujante Tyto Alba.
El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince publicó El olvido que seremos en 2007, veinte años después de que los grupos paramilitares colombianos mataran a su padre, Héctor Abad Gómez, un hombre esencialmente bueno, médico y profesor universitario colombiano, además de ensayista y periodista, y sobre todo luchador y defensor de los derechos humanos y de la salud pública. Héctor, el hijo, es un niño feliz, muy feliz, súperfeliz. Vive en una casa rodeado de mujeres (su madre, sus cinco hermanas, las criadas, una monja que lo cuida…) y con la única presencia masculina del padre. Un padre al que “ama por encima de todas las cosas”, que idolatra hasta límites insospechados (él mismo declara que tiene “papitis”), sin cuya presencia nada es lo mismo. Lo mejor es que este amor es correspondido: su papá lo mima, quizá demasiado (“mi papá siempre pensó, y yo le creo y le imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo”), pero a la vez le da una educación que contrarresta de manera perfecta la que recibe de su madre, de la escuela, de la religión tan presente en todo lo que le rodea. Su papá “volvía de viaje cargado de regalos, de carcajadas, de historias… a rescatarme de ese mundo sórdido de rosarios, enfermedades, pecados… Creo que pocas veces yo he sentido ni volveré a sentir un descanso y una felicidad igual, pues ahí venía mi salvador, mi verdadero Salvador”. En esa contradicción de educaciones, ya nos va adelantando el autor la razón por la que su padre (que se definía como “cristiano en religión, marxista en economía y liberal en política”) fue asesinado.
Esta felicidad absoluta, esta especie de vida en el paraíso, queda interrumpida de pronto con la muerte de su hermana Marta a los diecisiete años, a causa de una grave enfermedad; una muerte que anticipa la del padre, aunque todavía falten quince años para esto. No obstante, es en el mismo capítulo en el que habla seguido de las dos, porque el autor piensa que están relacionadas: “Creo que hay episodios de nuestra vida privada que son determinantes para las decisiones que tomamos en nuestra vida pública”. Y es que, según él, su padre, a raíz de la muerte de su hermana, empieza a ser más atrevido, a temer menos por su vida, a arriesgarse más en la defensa de la salud pública y los derechos humanos sin importarle las consecuencias, tan nefastas, que finalmente, todo esto tuvo para él. Estamos asistiendo, pues, a la crónica de una muerte anunciada.El olvido que seremos, que comienza como una historia de amor filial sin límites, termina siendo una defensa de la libertad de pensamiento y de la tolerancia, representadas por el doctor Abad y su familia: “Mi papá y mi mamá eran contradictorios en sus creencias y en sus comportamientos, pero complementarios y de un trato muy amoroso en la vida diaria”. Frente a esto se sitúan la violencia, la intolerancia y la barbarie de cualquier tipo, que son las que movieron a sus asesinos, pero también a los que, con su actitud y su silencio, aunque no tenían las manos manchadas de sangre, propiciaban o al menos, no condenaban, estos asesinatos.
Héctor Abad Faciolince, impotente ante lo que pasó y que cambió su vida y la de su familia, no pudo hacer otra cosa que escribir este impresionante “memorial de agravios”: “sus asesinos siguen libres… y mis manos no pueden combatirlo. Solamente mis dedos… ¿Para qué? Para nada; o para lo más simple y esencial: para que se sepa. Para alargar su recuerdo un poco más, hasta que llegue el olvido definitivo”.
Os dejamos en adjuntos el cartel de la lectura y las primeras páginas de este emocionante libro (a éstas últimas sólo podéis acceder si estáis registrados). El libro impreso lo podéis encontrar en la Biblioteca .
El escritor colombiano Héctor Abad Faciolince publicó El olvido que seremos en 2007, veinte años después de que los grupos paramilitares colombianos mataran a su padre, Héctor Abad Gómez, un hombre esencialmente bueno, médico y profesor universitario colombiano, además de ensayista y periodista, y sobre todo luchador y defensor de los derechos humanos y de la salud pública. Héctor, el hijo, es un niño feliz, muy feliz, súperfeliz. Vive en una casa rodeado de mujeres (su madre, sus cinco hermanas, las criadas, una monja que lo cuida…) y con la única presencia masculina del padre. Un padre al que “ama por encima de todas las cosas”, que idolatra hasta límites insospechados (él mismo declara que tiene “papitis”), sin cuya presencia nada es lo mismo. Lo mejor es que este amor es correspondido: su papá lo mima, quizá demasiado (“mi papá siempre pensó, y yo le creo y le imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo”), pero a la vez le da una educación que contrarresta de manera perfecta la que recibe de su madre, de la escuela, de la religión tan presente en todo lo que le rodea. Su papá “volvía de viaje cargado de regalos, de carcajadas, de historias… a rescatarme de ese mundo sórdido de rosarios, enfermedades, pecados… Creo que pocas veces yo he sentido ni volveré a sentir un descanso y una felicidad igual, pues ahí venía mi salvador, mi verdadero Salvador”. En esa contradicción de educaciones, ya nos va adelantando el autor la razón por la que su padre (que se definía como “cristiano en religión, marxista en economía y liberal en política”) fue asesinado.
Esta felicidad absoluta, esta especie de vida en el paraíso, queda interrumpida de pronto con la muerte de su hermana Marta a los diecisiete años, a causa de una grave enfermedad; una muerte que anticipa la del padre, aunque todavía falten quince años para esto. No obstante, es en el mismo capítulo en el que habla seguido de las dos, porque el autor piensa que están relacionadas: “Creo que hay episodios de nuestra vida privada que son determinantes para las decisiones que tomamos en nuestra vida pública”. Y es que, según él, su padre, a raíz de la muerte de su hermana, empieza a ser más atrevido, a temer menos por su vida, a arriesgarse más en la defensa de la salud pública y los derechos humanos sin importarle las consecuencias, tan nefastas, que finalmente, todo esto tuvo para él. Estamos asistiendo, pues, a la crónica de una muerte anunciada.El olvido que seremos, que comienza como una historia de amor filial sin límites, termina siendo una defensa de la libertad de pensamiento y de la tolerancia, representadas por el doctor Abad y su familia: “Mi papá y mi mamá eran contradictorios en sus creencias y en sus comportamientos, pero complementarios y de un trato muy amoroso en la vida diaria”. Frente a esto se sitúan la violencia, la intolerancia y la barbarie de cualquier tipo, que son las que movieron a sus asesinos, pero también a los que, con su actitud y su silencio, aunque no tenían las manos manchadas de sangre, propiciaban o al menos, no condenaban, estos asesinatos.
Héctor Abad Faciolince, impotente ante lo que pasó y que cambió su vida y la de su familia, no pudo hacer otra cosa que escribir este impresionante “memorial de agravios”: “sus asesinos siguen libres… y mis manos no pueden combatirlo. Solamente mis dedos… ¿Para qué? Para nada; o para lo más simple y esencial: para que se sepa. Para alargar su recuerdo un poco más, hasta que llegue el olvido definitivo”.
Os dejamos en adjuntos el cartel de la lectura y las primeras páginas de este emocionante libro (a éstas últimas sólo podéis acceder si estáis registrados). El libro impreso lo podéis encontrar en la Biblioteca .
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Última Edición: 3 años 5 días antes por club-lectura.
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