Leyendo Europa ahora II: Poemas de Wislawa Szymborska

5 años 2 meses antes - 5 años 1 mes antes #12 por club-lectura
Ocurre con el nombre de esta mujer lo contrario que con su poesía, que es tan difícil de pronunciar el primero como fácil de leer la segunda. Pero ambas sensaciones son engañosas: por un lado, porque una vez que has leído su nombre varias veces, ya sale con facilidad, y, por otro, porque mientras que nos habla de cosas tan cotidianas como árboles, nubes, gatos y gotas de agua, desentraña el mundo y sus misterios, sin perder la sonrisa y la buena disposición a hacernos partícipes de sus hallazgos, muchas veces cercanos a la revelación
Desconocida para el gran público hasta 1996, año en que ganó el Nobel de Literatura, Wislawa Szymborska nació en Bnin (Polonia), pero desde los ocho años y hasta su muerte (2012) vivó en la ciudad de Cracovia (Segunda Guerra Mundial incluida, véase “Fin y principio”). El hecho de ser de un país al que muchos otros se han empeñado en aniquilar a lo largo de los siglos puede marcar a una persona y hacer que esta quiera conservar lo individual frente a lo colectivo en un intento de no desaparecer del mapa. Sus poemas parten siempre de una frase, “no sé”, que tantas puertas ha abierto a poetas y filósofos (hermanos de sangre y de búsqueda), y de, quizá, su única certeza: la reivindicación del ser humano hasta sus últimas consecuencias, creador a la vez de la más profunda belleza e inventor de la guerra. El libre albedrío está muy presente en sus poesías, el único dios posible, si acaso, es el poeta (“La alegría de escribir./ La posibilidad de hacer perdurar./ La vergüenza de una mano mortal”), porque el hombre es mortal (“soy desechable hasta la médula de los huesos”), perecedero, prescindible, pequeño (“es fácil ahogarlo en la cuchara del océano”), pero necesario (“Pobrecito./ Un verdadero hombre”). Es el único ser vivo que puede tener mala conciencia de sí mismo “en el tercer planeta del Sol”. Surge, por tanto, la empatía con el ser humano, tan grande que llega a pedirle perdón (“Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos, cada una de ellas”), a comprender todas y cada una de sus pequeñas debilidades (“Prospecto”) y a sentirse en deuda con aquellos a los que no ama (“Debo mucho a quienes no amo”). Incluso le dedica un poema a Hitler, que en su primera fotografía fue un niño como cualquiera, cuando todavía “no se oye el aullido de los perros, ni los pasos del destino”.
La poesía es su vida, pero comprende que hay gente a la que no le pueda gustar. Mucha. Si a dos de cada mil les gusta, a novecientos noventa y ocho no, y no hay respuesta para ello, pero esa misma puede ser la respuesta a la que agarrarnos “como a un oportuno pasamanos”, igual que alguien tan cercano como su hermana, no escribe poesía pero “cocina sopas soberbias con facilidad”.
Hemos seleccionado quince poemas suyos, a ver si os gustan (os recordamos que para acceder a ellos tenéis que estar registrados en nuestro foro), y aquí podéis ver todo lo que tenemos de ella en la Biblioteca

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