En el año 2016 Fernando Aramburu publicó su exitosa novela Patria, que ya leímos en este Club y que fue un fenómeno editorial en toda regla (ayudada, aunque no lo necesitara, por la serie televisiva correspondiente). Pocas veces crítica y público se habían puesto tan de acuerdo y pocas veces una novela de calidad había dado tantas alegrías a un autor. Si bien es cierto que Fernando Aramburu arrastraba ya una dilatada carrera como escritor, este fue su libro definitivo, lleno de premios, de reconocimientos, de traducciones a otros idiomas y de lectores.
¿Qué escribe un autor después de un éxito así? Fernando Aramburu estuvo unos años dedicado a la no ficción, digamos que se dio un merecido tiempo a sí mismo y nos dejó obras como Vetas profundas (2019), en la que plasma su amor por la poesía, Utilidad de las desgracias y otros textos (2020), recopilación de algunos de sus artículos, y Autorretrato si mí (2018), un libro precioso en el que el escritor se sale de sí mismo para mirarse a la manera de un Juan Ramón Jiménez que dijera “ Yo no soy yo / soy este que va a mi lado sin saberlo/ sin yo verlo ”. Fernando Aramburu se autoanaliza de una forma poética y delicada, se desnuda, se observa desde fuera y cuenta lo que ve, lo que ha sido, lo que es (los capítulos “Mi cara” y “Hombre profesional”, son muestras de ello).
Una vez que ajusta cuentas consigo mismo, pasa a la siguiente obra de ficción, apostando fuerte con Los vencejos (2021), una novela valiente, algo políticamente incorrecta, y muy sincera. Suponemos que como ha pasado ya un tiempo desde su publicación, quizá la habréis leído y tengáis formada vuestra propia opinión.
En una entrevista para elperiódico.com, la escritora Sara Mesa decía, “a lo mejor algunos piensan que soy 'malrrollera' porque en el fondo sí se identifican con las historias que cuento y no les gusta. No lo sé.  Sí me preocupa una tendencia que percibo últimamente que juzga si el libro es bueno o no en función de si se empatiza o no con los protagonistas. El concepto de empatía está bien, sin duda es lo que nos anuda a las narraciones, el problema es que esa empatía ahora se entiende de una forma muy superficial, como una mera correspondencia o incluso un querer ser. Bajo esa premisa, Crimen y castigo nunca sería un buen libro, porque a ver quién empatiza con Raskólnikov, el asesino de ancianas”.
Estas declaraciones nos vienen al pelo porque muchas de las personas que leen Los vencejos opinan así: es una novela que, aunque extensa, se lee muy bien y engancha, pero que al final no sabemos si nos ha gustado o no porque no empatizamos con el protagonista. La verdad es que Toni no cae bien (misógino, mezquino, sarcástico, lleno de odio). Es profesor de Filosofía en un instituto, apenas se relaciona con los alumnos y su profesión no le motiva, no se habla con su hermano, la relación con su padre fue un tanto “complicada”, y con su madre no digamos, su matrimonio fue un desastre, la relación con su hijo deja mucho que desear, etc. etc. Es decir, no le falta ni una coma. Así pues, a él no le gusta la vida y dentro de un año se va a suicidar. Esto ya lo suelta en la primera página, por lo que no estamos destripando el libro. Durante doce meses escribe un diario (que es lo que leemos) en el que cuenta lo que le va pasando y a la vez repasa lo que fue su vida, para que nos hagamos una idea de las razones por las que se la va a quitar. Tan sólo tiene buena relación con Tina, su muñeca sexual, con su amigo Patachula (Pata), que también decide suicidarse a la vez que él, y con su perra Pepa, la coprotagonista de la novela –aquí recuerda a la película Truman . Y, sin embargo, aunque se presenta como un personaje “malrrollero”, como decía Sara Mesa, poco a poco nos vamos encariñando con él, lo vamos ¿comprendiendo?, o al menos tratando de entender sus razones para actuar así. También él parece que va cambiando casi sin quererlo, apenas sin darse cuenta, y, aquí, la aparición del personaje de Águeda es esencial y un gran acierto de Fernando Aramburu, aunque, bueno, todos los personajes lo son (ya demostró en Patria que es un maestro en la creación de caracteres).
Así pues, los meses van pasando y se va acercando el día elegido para dejar este mundo. ¿Lo hará? ¿no lo hará? Hay veces que se nos olvida que Toni y Pata se quieren suicidar, porque la atención del lector se desvía a otros asuntos, y pensamos que esto es un punto a favor de la novela, así como el final de la misma, final que la dota de un sentido y que la convierte en una historia, si no redonda, sí con cierta forma que se le parece.
Os dejamos las primeras páginas de Los vencejos, para que vayáis conociendo a Toni, a ver si es tan antipático como dicen . También podéis ver en adjuntos el cartel que hemos preparado basado en la portada del libro (ilustración de Agustín Escudero a partir de las fotografías de Julia Davila-Lampe, Getty Images y Jvphoto/Alamy/ACI).
Tanto Los vencejos, como la mayoría de los libros de Fernando Aramburu, están en la Biblioteca .
A ver si os gusta.

Muchas gracias por tu comentario, Inma. La verdad es que llevaba tiempo queriéndola leer, pero no sé si por su extensión o por qué, me daba como pereza. Al final aproveché este largo y cálido verano en el que apenas se podía  hacer otra cosa y me la leí en un par de semanas.