Según un estudio realizado por el Observatorio Europeo de la Droga y las Toxicomanías, España ocupa el tercer lugar en Europa en el consumo de drogas de diseño después del Reino Unido y Dinamarca. Varón, de dieciséis a veinticinco años y politoxicómano, ese es el perfil medio del consumidor de este tipo de sustancias en nuestro país, que se acerca a las llamadas "drogas recreativas" cuando se inicia en sus salidas nocturnas de fin de semana y que las abandona en su etapa adulta. Estos datos han sido facilitados hoy por la doctora Ana Aparicio Aparicio en el curso de la Universidad de Verano "Conductas adictivas y salud".
Aparicio ha advertido de los efectos a largo plazo del consumo de las drogas de síntesis, las conocidas popularmente como "pastillas" y que son un conjunto de sustancias psicoestimulantes, en su mayoría derivados anfetamínicos, que aunque no generan la dependencia de otras sustancias pueden ser el origen de severas cardiopatías, alteraciones del sistema cognitivo del individuo y el desencadenante de patologías psiquiátricas latentes en el joven. Pese a sus riesgos, no son las más peligrosas; en los últimos tiempos se ha extendido el consumo de otra sustancia, el "éxtasis líquido", que se confunde con el éxtasis, y que al contrario que éste es un depresor del sistema nervioso central que puede ser letal para el individuo en dosis elevadas.
Aunque el éxtasis es quizá la droga de diseño más conocida socialmente no es la que tiene más aceptación por los jóvenes que se decantan por el consumo de la MDA o "píldora del amor", que tiene mayores efectos alucinógenos o el "cristal", que crea en el consumidor sensación de euforia y que se ingiere, en muchos casos mezclado con alcohol. Esta anfetamina tiene un gran poder destructor, sus efectos para la salud son casi inmediatos atacando el sistema nervioso central.
Los cambios de humor del adolescente al día siguiente, la pérdida de apetito y el fracaso escolar son algunos indicios que deben despertar la alarma de los padres a quienes la experta recomienda que lejos de culpabilizar al hijo, dialoguen con él para que reconozca su adicción y acepte la ayuda de profesionales. Aparicio ha hecho hincapié en la necesidad de hacer un mayor esfuerzo informativo que de una manera cercana conciencie a los adolescentes sobre los riesgos que entrañan el consumo de este tipo de sustancias.