Lunes, 12 Noviembre 2018 07:45

Un Premio Nobel en la medina Destacado

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Varios momentos de la visita de Hooft a Córdoba

Cuando alguien que ha dedicado su vida a la Física Teórica visita el Salón Rico de Medina Azahara se sorprende con su monumentalidad como cualquier mortal, pero inevitablemente termina haciendo preguntas como la que ayer hizo Gerard’t Hooft a Alberto Montejo, director del yacimiento. Se preguntaba el Premio Nobel de Física si en el trabajo de recuperación de los frisos se emplean algoritmos de reconocimiento de patrones en tres dimensiones. Es sólo una anécdota de los cuatro días que Hooft ha pasado en Córdoba, una ciudad de la que ha destacado “The beauty of the form ; la belleza de la forma”. Que un Premio Nobel en Física, con la mente tan matemáticamente amueblada como sólo la tienen quienes se dedican a la Física, destaque precisamente la geometría de las formas de una ciudad es la prueba de que ciencia y arte son sólo dos maneras de mirar una misma realidad. Conocimiento y arte son patrimonio de la Humanidad como la Mezquita de Córdoba y como la centenaria Medina Azahara. Dos enclaves que han logrado sorprender a Gerard't Hooft, el Premio Nobel de Física que teoriza sobre las propiedades de la materia, que intenta explicar los agujeros negros y que el sábado reconoció antes más de trescientos asistentes a su charla en el Rectorado de la Universidad de Córdoba que tiene más preguntas que respuestas. A Hooft, la Mezquita y el Salón Rico de Medina Azahara, que recorrió ayer acompañado por el director del yacimiento, Antonio Montejo, le sugieren la belleza de las formas, de la geometría, de la matemática, que es el lenguaje del patrimonio y de la naturaleza que los físicos se empeñan en explicar. 

La estancia de Hooft en Córdoba arrancó en una tarde de lluvia y acabó convertida en un domingo de sol. Se llenó de ciencia y rebosó de arte e historia. El profesor, invitado por el grupo de investigación en Modelización y Simulación de Sistemas Físicos del Departamento de Física y acompañado en todo el momento por el profesor Enrique Fernández Borja, se reunió el viernes con estudiantes del grado de Física y con el profesorado de la Facultad de Ciencias, capitaneada por su decana, María Paz Aguilar. Un buen aperitivo para el baño de masas que se dio el holandés en la mañana del sábado. Un salón de actos hasta la bandera, con un público diverso en todos los sentidos. Mujeres y hombres de todas las edades, del ámbito de las ciencias experimentales, pero también de las Humanidades y Ciencias Sociales, economistas y hasta algún filosofo -¿alguien duda de la estrecha relación entre la Física Teórica y la Filosofía?- escucharon atentos más de dos horas al profesor presentar sus reflexiones sobre las incógnitas que la física cuántica aún mantiene abiertas cuando trata de explicar la naturaleza o fuerzas que parecen tan evidentes como la gravedad.

Hooft, con esa imagen discreta de quien entiende la vida como una constante discusión sobre lo aprendido y lo desconocido, atendió a la prensa. Se publicaron entrevistas y crónicas (varias) de su visita; cayó algún autógrafo y el selfie de rigor, porque la discreción es incompatible con el aura de haber recogido una medalla con la cara del inventor de la dinamita.

Hooft, recibido en el Rectorado por el vicerrector de Investigación y Desarrollo Territorial, Enrique Quesada, firmó el libro de visitas de la Universidad de Córdoba. Allí dejó constancia de su interés por la belleza de la forma en Córdoba y, especialmente, de lo gratificante que ha resultado el interés de la ciudad que este año se ha volcado con las actividades de la Semana de la Ciencia, incluida en el V Plan Anual de Divulgación Científica de la Universidad de Córdoba, que coordina la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación con la colaboración del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).

 

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